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EE.UU.: desempleo ahoga la economía


Más del 80 por ciento de los estadounidenses desaprueban la forma en que los legisladores hacen su trabajo.
Más del 80 por ciento de los estadounidenses desaprueban la forma en que los legisladores hacen su trabajo.

El presidente Barack Obama va a presentar un nuevo plan para crear empleos ante un Congreso todavía peligrosamente dividido.

La mala noticia pone a caminar nuevamente sobre ascuas la recuperación económica del país. Según el reporte mensual del Departamento del Trabajo, el crecimiento de nuevos empleos se esfumó en agosto después de que durante 10 meses seguidos el mercado laboral experimento contrataciones netas. El resultado: la tasa de desempleo no retrocedió ni un ápice, y se mantiene en un alto 9,1 por ciento.

Nada peor podía esperarse luego que la nación estuvo al borde de la cesación de pagos hace un mes como resultado de batallas políticas entre republicanos y demócratas, y el prestigio financiero de EE.UU. fue puesto en entredicho por la agencia Standard & Poor´s al rebajar por primera vez en la historia la calificación crediticia del país.

Los economistas fueron tomados por sorpresa porque no esperaban cifras tan desalentadoras del mercado laboral e incluso habían estimado que se iban a crear como promedio unos 70 mil nuevos puestos de trabajo. La excusa a la que han echado mano algunos expertos es que ese mes los indicadores sufrieron a causa de una huelga de 45 mil empleados de Verizon que temporalmente figuraron como despedidos.

Sin embargo, aun cuando no hubiese tenido lugar el paro, la creación de empleos en el sector privado hubiera llegado en todo caso según cálculos muy generosos sólo a 62 mil, o sea, aún por debajo de las expectativas. De modo que algunos economistas están señalando que el clima de enorme incertidumbre originado en el Congreso por los desacuerdos en torno a fijar un nuevo límite a la deuda tuvo alguna influencia en los pésimos resultados laborales de agosto.

A pesar de la tenaz resistencia que ha tenido que enfrentar en una Cámara de Representantes dominada por los republicanos, el presidente Barack Obama se apresta a presentar ante el Congreso el próximo jueves 8 de septiembre un nuevo plan que busca reactivar la economía para sacarla del bache en que se halla y sobre todo conseguirlo estimulando la creación de empleos.

La secretaria del Trabajo, Hilda Solís, se encargó de recordar en una reciente entrevista con CNBC que durante el gobierno de Obama, EE.UU. recobró 2,4 millones de los casi 9 millones de empleos que perdió como resultado de la crisis económica. Pero si en los próximos meses no hay una mejora en la situación laboral del país, sin duda el presidente arriesga sus aspiraciones de reelección en el 2012.

Los legisladores también están conscientes de que el 2012 es un año electoral, y aunque los republicanos no ocultan su propósito de tratar de impedir que el presidente permanezca cuatro años más en la Casa Blanca, la particularidad esta vez es que los congresistas regresan a Washington del receso de verano con una nación exhausta por las disputas políticas en el Capitolio y deseosa de que, más allá de que se dé solución al problema del déficit y la deuda, aparezcan nuevos empleos.

De modo que para el Congreso el desafío es parecido, en un momento en que las encuestas no sólo revelan que la popularidad del presidente se ha resentido entre los electores sino que más del 80 por ciento de los estadounidenses desaprueban la forma en que los legisladores hacen su trabajo en Washington, y se estima que el país necesita sumar más de 100 mil puestos de trabajo cada mes para que la economía vuelva a encarrilarse.

El veterano analista Normal Ornstein, del Instituto American Enterprise, considera que en sus décadas como observador de la política estadounidense nunca ha visto un gobierno más disfuncional, porque no importa lo que haga Obama los republicanos se le oponen de manera monolítica.

Ornstein ha subrayado que la batalla sobre la deuda no es simplemente una batalla sobre la deuda, sino que es parte del propósito mayor de “reducir el tamaño del gobierno a lo que fue antes de la época del New Deal”, cuando Franklin D. Roosevelt. Y ha dicho que no sólo son los miembros del Tea Party, sino también los republicanos de más rango los que “están decididos a usar todo elemento, táctica y armas a su disposición para conseguirlo”.

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